Un poquito

Hace diez años màs o menos estruvimos en Quito participando en un homenaje al pintor Guayasamìn junto a Aute, Silvio, Moustaki, Fito, y muchos otros màs en lo que resultò ser un viaje muy extraño en sì mismo. Estuvimos casi una semana de actos por aquì y actos por allà para, al final cantar una sola canciòn que creo fue "Y nos dieron las diez".
Nunca antes nos habìamos presentado en Ecuador, en Quito, para hacer una funciòn. A estas alturas de vida y de profesiòn, una de las mejores cosas que me puede pasar es ir a abrir la puerta de una ciudad nueva y de un pùblico nuevo. Lo que nos pasò en Quito fue impresionante.
Llegamos, como ya es habitual, un par de dìas antes del chou para que nuestros tècnicos conozcan el sitio, el recinto, el local, y hagan lo que consideren oportuno antes de empezar a montar el escenario, las luces y el sonido.
A la mañana siguiente de nuestra llegada nos pegamos un buen paseo por el centro històrico de Quito y lo disfrutamos mucho, a excepciòn del pobre Paco Beneyto al que guindaron el telèfono mòvil en un trolebùs. Nos gusta viajar en ese tipo de transporte pùblico al llegar a una ciudad para concerla mejor y, claro, eso tiene sus riesgos.
A pesar de todo el paseo fue una gozada (pobre Paco...) porque Quito, el centro històrico de Quito, es una autèntica preciosidad. Plazas, placitas, calles, callecitas, iglesias, capillitas, capullitos (nosotros), todo nos recordaba a algùn pueblito de Andalucìa. Como bien dirìa mi querido Antuàn, "todo muy ibèrico". Mucha pintura blanca y mucha cal. Muy cercano.
Joaquìn tambièn saliò, paseò, disfrutò, comiò, conociò, preguntò, y mirò embelesado para saber màs de un paìs tan cercano a "su" Perù pero tan alejado del Perù. La verdad es que quedamos todos encantados. Y un espectacular extra que hace que me guste aùn màs la ciudad si cabe: està rodeada de volcanes, tremendas montañas que le dan un aspecto majestuoso a todo el entorno. La ciudad està a 2.800 metros de altitud asì que en la cima de cualquiera de esos volcanes nos pondrìamos a 4.000 metritos de altitud,...palabras mayores para un enamorado de la montaña como yo (besos para Ester Sabadell y Sebas Alvaro como siempre que se nombra en este blog a la montaña).
La tremenda altitud estuvo a punto de jugarnos una mala pasada. Cuesta màs andar, subir escaleras y, por supuesto, hacer el cabra y cantar en un escenario. El escenario estaba en algo asì como el "Agora" de no sè què de la cultura. Ya veis que manejo informaciòn privilegiada.
El recinto era como semicircular con una lona gigantesca que lo cubrìa y un graderìo que subìa en una pendiente suave, no muy marcada. Unas cinco mil personas cabìan y habìa. Entradas agotadas desde hace tiempo, expectaciòn, etc, etc...¿Por què hemos tardado tantìsimo en actuar en Ecuador? ¿por què coño no hemos ido antes a ese paìs? No entiendo nada y cada dìa entiendo menos. Ni entiendo a los empresarios, ni entiendo a los promotores ni entiendo a los managers ni tampoco me apetece mucho entenderlos, la verdad...
En fin, llenazo impresionante y pùblico de primera, de primerìsima divisiòn. El contacto con la gente era increible, incluso fìsico. Si yo alargaba el màstil del bajo, los de la primera fila lo podìan tocar perfectamente. Se las sabìan todas, las celebraban todas, y se notaba que nos querìan impresionar ellos a nosotros porque estuvieron a una altura sensacional. La verdad, consiguieron impresionarnos.
Mismo repertorio de las ùltimas actuaciones y sensaciòn final de exitazo total y cansancio del que duele pero gusta, imagino que debido a la altura, a la altitud.
Y de nuevo celebraciòn con Joaquìn al acabar el chou. Todos juntos en su habitaciòn murièndonos de risa con las salidas constantes de mi compadre y de todo el equipo.
En fin, inolvidable "debut" en Ecuador. Nunca lo olvidaremos de verdad. La impresiòn general era "aquì tenemos que volver por cojones".

Queridos ecuatorianos, no dejèis que pasen otros diez años, por favor!!!

Y dile que la echo de menos...