Poseso

Poseso, pos yastá, pos sacabó.
Según escribo esto, sobrevuelo los Andes camino de Europa, camino de Madrid. Nos esperan doce horas de vuelo y vamos como sardinitas en lata, muy apretaditos.
Es difícil resumir lo que ha pasado y no lo pienso intentar, me limitaré a contar cosas sueltas a la espera de Franciscójose "el dinamitero", al que cederé el lápiz y el espacio la semana que viene para que nos cuente la verdad sobre la gira, temblad, temblad malditos...!
Porque yo debo seguir deshaciéndome en elogios, así lo veo y así lo cuento.
Santiago de Chile es una ciudad bellísima; desde cualquier punto se ve la mole inmensa de la cordillera y eso emociona a uno, que es montañero frustrado y mitómano de las cumbres más altas y de las montañas más bellas de la tierra, como diría mi querido y admirado Sebastián Alvaro.
Es una delicia pasear por Santiago, de verdad, es altamente recomendable darse un garbeo junto al río. Dado que llegamos a Chile el lunes, hemos pasado cinco días en los que me ha dado tiempo a hacer de todo. Pero sobre todo, he empleado el tiempo en despedirme. Me he despedido de América, de los paseos, de los autos, de las compras, de los buses, de los hoteles, de los subtes, de las pruebas de sonido, de los chous, de las muchas miles de personas que han ido a vernos y, sobre todo, de las muchas miles de personas que no han podido vernos y hubieran querido. Permitidme que, una vez más, remarque mi absoluta solidaridad y mi absoluto cariño para con ellas.
Volveremos. Amenazamos con volver. No os vais a librar tan facilmente de nosotros. Hablando de nosotros, en la rueda de prensa que hubo en Santiago anterior a los conciertos, un periodista le preguntó a Joaquín que cuál era la palabra más hermosa del idioma castellano, dado que estaban haciendo una especie de encuesta para saber qué opinaba la gente. Joaquín inmediatamente dijo que la palabra más hermosa de nuestro idioma era "nosotros". Qué cabrón, qué talento tiene, qué rápido es teniendo en cuenta que la pregunta le pilló totalmente desprevenido y cómo es posible que cada día le admire más...creo que es la respuesta perfecta a la pregunta del millón. Nosotros.
Las dos actuaciones en Santiago de Chile se celebraron en el teatro Caupolicán (creo que se llama así). Imaginaos una placita de toros cubierta y partida por la mitad...pues así es el teatrito. Caben unas dos mil personas calculo yo y estaba abarrotado en las dos funciones.
Joaquín estaba deseoso de tener un romance serio con el público chileno y por eso se trabajó a fondo los textos y los sonetos que debían ir intercalados entre canciones. La verdad es que hay una relación patente y muy cercana con Chile. Joaquín cuenta que la maleta con la que sale a escena fue comprada en las calles de Santiago y dicha maleta le dio una idea de cómo empezar un concierto en una futura gira que ahora terminamos. Por otra parte, empezamos todos nuestros chous con "Amo el amor de los marineros", un poema de Neruda al que Antonio y yo tuvimos el placer y el honor de poner música. Para estas funciones ensayamos y tocamos la canción "Violetas para Violeta" dedicada a la gran señora del clan Parra, que espero que esté incluida en algún futuro disco ya que a mí personalmente me encanta. Y para acabar de cerrar el círculo, Joaquín llamó a nuestro barquito pintado en el telón el Winnipeg. En fin, Joaquín se había preparado a fondo el examen final en la Universidad de Santiago de Chile y lo pasó (o lo pasamos) con muy buena nota.
El primer día tuvimos problemas o Antonio tuvo problemas. Nada más coger (ya puedo decir "coger" con tranquilidad sin tener que pensármelo dos veces...) la guitarra eléctrica para tocar la intro de "Ahora que" se le rompió una cuerda. Mientras Fran le cambiaba la cuerda en el back stage, tuvo que tocar dicha cancioncita con la acústica. Una vez arreglada la guitarra eléctrica, empezó a tocar con ella "Pie de guerra" y se le jodió el cable! así que cambió de cable y palante. No ganamos para sustos en los primeros veinte minutos de actuación. Luego las aguas volvieron a su cauce y no pasó nada más de lo malo y sí pasó mucho más de lo bueno: un público entregadísimo acercándose todo lo que podía al borde del escenario para tratar de estar lo más cerquita posible del señor Martínez, de los Martínez de toda la vida. Había mucha gente de otros foros de otras páginas web de Joaquín, en este caso la buenísima gente de flaquillo.com que lleva siguiéndonos por España y por América desde el comienzo de la gira. Un abrazo para ellos.
El segundo día fue memorable por lo emocionante de la despedida. Míchel, que se encarga del vestuario y de los decorados, se acordó de comprar bombines para todos los músicos y nos los pusimos en el momento del saludo final ante la sorpresa de Joaquín que no sabía nada. Mucho abrazo, mucha emoción, mucha lágrima suelta entre el público y entre nuestro equipo y un fin de fiesta apoteósico para cerrar 14 mágicas funciones y 31 días de gira por Perú, Argentina y Chile.
Me ha quedado una espina clavada: la espina se llama Uruguay y se apellida Montevideo. Nos duele a todos muchísimo no haber cruzado el río y habernos plantado en Montevideo para hacer un chou, de verdad que nos duele. Pero también amenazamos con volver a nuestro queridísimo Montevideo en diciembre a hacer un velódromo.
A partir de ahora las cosas van a ser así: un par de semanas de descanso, una semana de ensayos en Madrid, unos días de ensayos generales en Gijón y debut en Gijón de la gira "Carretera y top manta" a la que se va a enganchar Jaime Asúa, de los Asúa de toda la vida, como guitarrista y donde incluiremos unas cuantas cancioncitas más, también de las de toda la vida.
Nos levantaremos de las sillas, nos teñiremos las canas, nos pondremos unos pantaloncitos ajustados para marcar paquete y nos iremos a la carretera más contentos que unas castañuelas.
Gracias amigas y amigos, gracias hermanas y hermanos, habéis conseguido aliviarnos el luto y acariciarnos el corazón. No lo olvidaremos nunca. No os olvidaremos jamás.