Que tengas buenos sueños, Buenos Aires

Joaquín me ha hecho, o nos ha hecho, un preciosísimo regalo. Ni más ni menos que todos los sonetos escritos ex profeso para la gira argentina, para cada ciudad, para cada concierto, para cada persona que asistió.
Me ha pedido que los vaya publicando en este blog, y así lo haré, por supuesto que lo haré porque ese es el regalo, no solo los sonetos sino su publicación.
Fue tremendamente emocionante la despedida en el Gran rex el último día, nadie quería irse de allí, ni los técnicos, ni los músicos, ni Joaquín, nadie quería bajarse de uno de los escenarios donde más felices hemos sido.
Fue un final de gira argentina apoteósico, impresionante, inolvidable, repito hasta ponerme pesadísimo que no hay adjetivos suficientes para explicar cómo es el público argentino con nosotros. Todos los adjetivos se quedan cortos. Gracias.
Pero también confieso estar deseando tocar en Gijón y en Mérida tras poner boca abajo Buenos Aires. Y, si nos dejan, pensamos prender fuego a Santiago de Chile adonde vamos con la ilusión del que empieza y está loco por demostrar todo lo que ha aprendido.
Pero antes de ponerme a hablar de Chile y de Gijón y de Mérida, dejad que hable y me despida de Buenos Aires y de la Argentina como se merece.
Los dos últimos conciertos fueron espectaculares. Del chou del día 1 de abril recuerdo varias cosas muy emocionantes. Una pancarta colgada del entresuelo del teatro que decía algo así como "Joaquín, nadie nos robará este 1 de abril". Solo de pensarlo se me sube el nudo a la garganta. O el abrazo largo y cariñosísimo que nos dio Adriana Varela a todos, en la prueba de sonido, cuando nos reencontramos después de varios años. O la escalofriante interpretación (por su belleza) de la Varela en "Con la frente marchita" mientras Joaquín, hipnotizado, la miraba fijamente a los ojos y le tocaba el pelo. Una escena bellísima ver como Joaquín caía fulminado por el embrujo de la Varela...vaya pedazo de cantante!
Es una verdadera putada estar pensando todo el día que ya solo nos quedan tres, ya solo nos quedan dos, este es el último...pero así fue.
El chou del día 1 era una despedida anticipada de la que lo más destacable, para mí, fue , sin duda, la actuación de Adriana, que además se pasó el resto del chou en la mesa de monitores animándonos y dejándose ver de vez en cuando. Chapó para la garganta de arena.
El último día (2 de abril) nos pasó de todo. Para empezar, Antonio tuvo un percance con un aparato para su guitarra eléctrica que se desprogramó antes de la prueba de sonido, con lo que se retrasó la prueba casi una hora. Pobrecito mío, qué sofoco...
Por otro lado, Joaquín decidió invitar a ocho (¡¡¡8!!!) cantantes de los grupos que le hacen tributo a Sabina en Buenos Aires para que cantaran "Y nos dieron las diez" para devolverles el homenaje y hacerles un tributo a ellos. Así que tuvieron que ir a probar sonido pero la prueba estaba retrasada. Así que el hall del teatro antes de la prueba estaba lleno de cantantes parecidos a Joaquín que hablaban como Joaquín y cantaban parecido a Joaquín y con sus mujeres no parecidas a Joaquín, todos hechos un manojo de nervios y fumando como posesos algunos de ellos.
Ahora abro un paréntesis para explicar a los españoles que lean esto lo de los tributos. Resulta que Joaquín es tan conocido en la Argentina y, sobre todo, en Buenos Aires que hay muchas bandas cuyo repertorio se basa, en gran parte o en su totalidad, en el repertorio de Joaquín. Y eso se llama "tributo a Sabina". Y algunos de ellos son más o menos conocidos, como es el caso de Atilio, o La del pirata cojo, o Los Manolos, o Conductores suicidas; o en Mar del Plata, Walter Rua; o en Rosario y en el Sabina bar, el grupo Casta Latina (creo que se llaman así) o Sin anestesia que es el grupo de Pepe Táljame.
Así que para el último día Joaquín decidió con muy buen criterio reunir a ocho de los más representativos en Buenos Aires (porque hay muchos más) e invitarlos a cantar la última canción del último concierto, y que se dieran un baño de multitudes que bien merecido lo tienen.
Y no sabéis lo divertido que es oir a un argentino imitar el acento gallego (gashego). Así que el primero de los tributarios o los tributenses se plantaba ante el micro y cantaba "Fue en un pueblo con mar, una noche después de un concierto, tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto..." y en ese momento se iba el primero y aparecía el segundo con "cántame una canción..." etc, etc.
Divertidísimo y muy gratificante para ellos y para nosotros. La gente les aplaudía a rabiar y ellos estaban felices con más de tres mil personas entregadas delante de ellos y con el mismísimo Joaquín detrás de ellos y disfrutando enormemente. Más cosas inolvidables: la noche de los cantantes de los tributos, la última noche.
Yo confieso bastante avergonzado ser casi siempre el último en abandonar el escenario porque quiero hacer una foto del público y, principalmente, porque no me quiero ir.
No me quiero ir del Gran Rex. Lo siento pero no me quiero ir. Y esto lo estoy escribiendo mientras vuelo de Buenos Aires a Santiago de Chile. Es maravilloso viajar a Chile y luego a España para seguir la gira, bendita gira...pero yo no me quiero ir del Gran Rex.
Tocar en la Bombonera es un sueño que seguramente se hará realidad en diciembre, así como tocar en Luna Park es un sueño que se hizo realidad hace años. Pero esto no tiene nada que ver. Yo no me quiero ir del Gran Rex.
Gracias, argentinas. Gracias, argentinos. Gracias, Argentina.